La gran comisión
Apóstol Sergio Enríquez O.
Visita Apostólica, Ebenezer Ciudadela, ArgentinaGuatemala, 18 de noviembre del Año del Reconocimiento
A la luz de la Palabra de Dios, vemos que hubo una gran comisión para el primer Adán y el postrer Adán (Jesús).
La gran comisión del primer Adán (Gn. 1:28 LBA) consistió en las siguientes órdenes:
- Fructificar - (06509 PARAH).
- Multiplicarse - (07235 RABAH).
- Llenar (repoblar) - (04390 MALE).
- Sojuzgar – (03533 KABASH).
- Ejercer dominio – (07287 RADAH).
Por otra parte, la gran comisión del postrer Adán (Mar. 16:17-20) consistió en:
- Echar fuera demonios.
- Hablar nuevas lenguas.
- Tomar serpientes en las manos sin consecuencias.
- Beber cosas mortíferas sin daño.
- Poner manos sobre los enfermos y que estos sanaran.
Para nosotros, respecto a la gran comisión del libro de Génesis, es importante comprender que el orden de los factores sí altera el producto, por lo que la primera orden que tenemos que seguir es la de fructificar, lo cual está íntimamente relacionado a la madurez, ya que sin madurez no puede haber fruto. En ese orden de ideas, vemos que para madurar y fructificar, debemos oír y entender la Palabra de Dios; para que esto sea posible, debemos hacer un esfuerzo para prestar atención a la Palabra y, para poder entenderla, debemos enseñarla, ya que esto nos permite aprender (Mat. 13:22-23).
Asimismo, la Biblia nos enseña que al dar fruto, el Señor nos mandará a podar, con el objeto de dar más fruto y que este permanezca, y también para que Él se deleite en nuestro fruto; sin embargo, si no damos fruto, seremos cortados (Luc. 13:7). El no dar fruto es consecuencia de estar en el lugar equivocado, es decir, haber sido enseñados por la propia codicia o por falsas doctrinas y no por la Palabra de Dios.
Como hijos de Dios, debemos analizar si hemos fructificado y si lo hemos hecho, ¿qué frutos tenemos? Es importante auto diagnosticarnos, para ver si hemos evolucionado en el fruto del amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre y dominio propio.
¡Anhelemos dar fruto! Busquemos la llenura constante del Espíritu Santo para fructificar abundantemente y cumplir con las demás órdenes de la gran comisión.